“El desarme químico en Siria ¿una garantía para la seguridad nacional?”, en el I Anuario Internacional de Criminología y Ciencias Forenses, por Virginia Lastra.
Resumen:
El punto álgido producido dentro del marco de la guerra en Siria tuvo lugar en agosto de 2013, cuando miles de ciudadanos civiles murieron a consecuencia de un ataque químico (con gas sarín) de procedencia aún discutida. A partir de ese momento, las agendas internacionales de la gran mayoría de los países occidentales pusieron el punto de mira en la existencia de un “posible” arsenal químico creado por el gobierno de Bashar al-Assad y la consecuente necesidad de un desarme. Este proceso de desarme supuso una novedad dentro de la Convención para la prohibición de armas químicas pues los plazos se redujeron drásticamente, y el desarme se realizó fuera del territorio sirio, siendo sufragado por varios Estados ya que el gobierno sirio carecía de los recursos económicos necesarios para sustentar ese desarme. Hay que tener en cuenta que, junto con la amenaza existente por el conflicto, había que añadir la amenaza del terrorismo yihadista. Ciertamente, era necesario realizar el desarme lo antes posible para evitar, entre otras cosas, que dichas armas cayeran en manos de estos grupos extremistas. Cuestión que sin duda provocaría una grave brecha en la seguridad internacional.