SINOPSIS
El monográfico que les presentamos es, aparte de una sencilla herramienta, pero necesaria para quienes deseen conocer su “código de barras dactilar” -su “clave de acceso” a su identidad-, un homenaje a los investigadores que durante este largo camino de conocimiento que es la identificación lofoscópica, han volcado en ella la consecución paulatina de sus logros, hasta llegar al punto donde hoy nos encontramos.
Atrás va quedando la tinta tipográfica, el rodillo, la plancha, los archivos que guardan interminables fichas decadactilares y clichés fotográficos. Pero no nos quepa la menor duda de que aquello es el origen, el armazón sobre el que hoy se asienta un potencial identificativo que sobrepasa con creces los límites que ayer ponían coto a nuestra actividad. Y por eso, porque fueron necesarios y respetados mientras fueron útiles, hay que concederles el sitio que les corresponde por puro espíritu conservacionista. Los nuevos SAID, los sistemas biométricos de identificación dactilar, levan en sus genes un registro cromosómico de las investigaciones y pericias iniciadas por Henry Faulds, Sir Francis Galton, William J. Herschel, Juan Vucetich, Federico Olóriz Aguilera, Victoriano Mora Ruiz…, y tantos otros que, con su buen hacer, han contribuido a dar forma definitiva a este logro colectivo que hoy trata, abnegado, de poner nombre y apellidos al delito.